Sabido es, que en las plazas de toros, los toques de clarín son el medio por el que se transmiten, para su ejecución, las órdenes que la Autoridad que preside el festejo dicta desde el palco con la exhibición de los diferentes pañuelos.
El origen de tan peculiar sistema ya no es tan conocido. Ha de tenerse en cuenta que hasta mediados del siglo XIX intervenían fuerzas militares para despejar las plazas de toros retirando al público y para mantener el orden en las corridas. De ahí que las ordenes se recibieran con los habituales toques militares. En las Ordenanzas Militares del rey Carlos III se regulaban los distintos toques que por aquel entonces se interpretaban con el pífano, instrumento de madera, semejante a la flauta, posteriormente sustituido por los cornetines o los clarines, de sonido más intenso y agudo.
Paralelamente la autoridad civil también se servía de determinados toques musicales para transmitir órdenes en algunos actos públicos. Buena prueba de ello son los clarineros del Puerto de Santa María que ya en el año 1.730 fueron concebidos para acompañar a la corporación municipal “bajo mazas”.
Hasta nuestros días se han mantenido los toques de clarín en las corridas de toros para dar las correspondientes instrucciones ordenando el desarrollo de la lidia.
En el Reglamento Taurino de Andalucía se menciona que a la hora exacta fijada para dar comienzo el espectáculo, el Presidente ordenará el inicio del mismo, mediante la exhibición del pañuelo blanco para que los clarines o en su caso los timbales anuncien dicho comienzo. Seguidamente, los alguacilillos realizarán, previa venia de la Presidencia, el despeje del ruedo para, a continuación, al frente de los espadas, cuadrillas, areneros, mulilleros y mozos de caballo, realizar el paseíllo; entregarán la llave de toriles a la persona encargada de los mismos, retirándose del ruedo cuando esté del todo despejado.
También el reglamento autonómico regula con toques de clarín los tiempos en los que en el último tercio, si la res no ha muerto, se darán de orden del Presidente los distintos avisos.
Los toques de clarín no son los mismos en todas las plazas de toros, aunque hoy día las modas tienden a dejar en el olvido, como es el caso de Jaén, lo que es una seña de identidad. Tradicionalmente en cada plaza, salvo excepciones, se han venido interpretando toques diferentes. Entre los más conocidos podemos citar los toques de clarín de Madrid, los de Sevilla, o los del Puerto de Santamaría, caracterizándose estos últimos por la vistosidad de los uniformes de los clarineros que se sitúan en el mismo palco presidencial.
En la Plaza de toros de Jaén, a finales de los años 50 del siglo pasado, Don Felipe Romero, conocido trompetista de la Banda Municipal de Música, dotó a nuestro Coso de la Alameda, haciendo los correspondientes arreglos, de unos toques de clarín que en sus primeros compases se escuchan las notas del Himno a Jaén que tan magistralmente compuso el maestro Don Emilio Cebrián (prolífico autor de pasodobles como Ragón Falez, Churumbelerías o Ramón Montes, entre otros). Los toques de Jaén se han venido interpretando en nuestra Plaza de Toros durante más de cincuenta años, hasta que, recientemente, por razones que desconozco y quiero seguir desconociendo, dejaron de interpretarse y en su lugar, sin venir a cuento, sonaban los clarines de la Real Maestranza de Sevilla.
El Círculo Cultural Taurino de Jaén, hace unos años que inició conversaciones con los responsables de la propiedad de la plaza para que volvieran a sonar los toques de clarín de la Plaza de Toros de Jaén por considerar que se había perdido una de las señas de identidad de la plaza, que, en definitiva, ya formaban parte de nuestra tradición y de nuestra cultura. Nos pregutamos: ¿Qué ocurriría si en el Las Ventas se tocaran los clarines de Sevilla, o en El Puerto los de Madrid?. Jaén tiene unos toques propios, que se han interpretado durante más de medio siglo y que han de conservarse y perpetuarse. En los toros no podemos ir prescindiendo de detalles que, aunque pequeños, son importantes. Se nos olvida que en el toreo hay que cargar la suerte, que los pares de banderillas tienen que cuadrarse en la cara, que los toros tienen que estar encastados, en tipo y en punta…. y que los toques de clarín de una plaza, son señas de identidad de esa plaza y no de otra.
Cuando tuvimos conocimiento de la empresa que organizaría este año la Feria de San Lucas, el Círculo Cultural Taurino de Jaén nos pusimos al habla con dicha empresa y con la propiedad de la plaza de toros para que por fin sonaran nuestros toques de clarín y ambas entidades nos dieron el visto bueno.
En el tercero de los festejos pudimos escuchar, por fin, nuestro toque de siempre, se escucharon sus primeras notas, las del Himno a Jaén, e inmediatamente el aplauso de los tendidos y especialmente de los componentes de la Banda Municipal de Música. Los medios de comunicación local se han hecho eco de la recuperación y han sido muchos los aficionados que nos han transmitido su satisfacción por la vuelta de los toques.
Pero la alegría ha sido solo a medias. En los cambios de tercio, los clarineros siguieron tocando los clarines de Sevilla que, digo yo, estarán de moda. Y las modas no pueden sustituir lo que es la esencia, la tradición y una seña de identidad de la Plaza de Toros de Jaén. En la becerrada que cerraba el ciclo “perdieron” la partitura y se volvió a la Maestranza.
Por nuestra parte solo nos queda seguir pidiendo que: Al Cesar lo que es del Cesar, a Dios lo que es de Dios y a Sevilla lo que es de Sevilla, que, dicho sea de paso, tiene también unos magníficos toques de clarín.
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